Ganaderos de montaña que se establecieron en el norte de Soria en la Primera Edad del Hierro, origen de la cultura trashumante en la vieja Idoubeda.
Se puede decir de forma general que la tribu celtibérica de los pelendones colonizó las montañas occidentales de la Idoubecia, nombre antiguo del Sistema Ibérico. Se establecen en las sierras de Neila, Urbión, Cebollera y Moncayo, territorio que actualmente comprende el norte de Soria y Burgoos y sur de la Rioja. Pero describir los límites concretos de su territorio ya es más completo. No está claro que los castros de la vertiente del Ebro, desde Tierras Altas hasta Ágreda, sean pelendones. Tampoco se puede aventurar el límite hacia el sur provincial. Numancia, por ejemplo, pudo ser pelendona antes que arévaca.
Estos parajes del norte soriano estuvieron habitados en la Edad del Hierro, hace unos 2.500 años. A estos pobladores celtíberos, asentados en estas montañas, los romanos les llamaron pelendones. Eran buenos ganaderos y mejores guerreros, y construían poblados fortificados en lugares estratégicos: los castros.
De esta tribu hoy encontramos los restos de sus fortificaciones, dispersas por toda la zona. Gracias a la arqueología vamos conociendo cómo eran y cómo vivían. La orografía y el clima extremo de estas tierras, que favorece el pasto de montaña, determinó ya desde entonces su dedicación ganadera, dedicación que se mantiene actualmente en los pueblos serranos.
Aquellos guerreros que vigilaban el valle ante posibles incursiones apostados en lugares elevados han sido reemplazados por aerogeneradores, por lo que deberemos utilizar nuestra imaginación para emprender este viaje apasionante al mundo de los pelendones.